Vivimos en un momento paradójico a más no poder. Se premia tanto el engaño como la honestidad. Según el momento y el lugar, debes comportarte de una manera determinada, tanto si va con tu forma de ser, principios o creencias, como si no. Lo vemos continuamente en las noticias, la prensa o el día a día cotidiano. Los gobernantes no son dignos de gobernar, mienten, delinquen y quedan impunes, del mismo modo que muchos delincuentes. Estas vivencias invitan a creer que hay que cargar con una serie emociones limitantes para poder mimetizarse con el medio. Es decir, tienes que ser o al menos fingirlo, como el resto de la manada y dejarte llevar por la corriente.
Podemos decir que en cierto modo, puede estar bien esto de dejarse llevar y formar parte del rebaño. Simplifica bastante. Sin embargo, hasta para dejarse llevar, hay que estar de acuerdo. Si te dejas llevar de forma contraria a tus creencias o principios, acabas metido en un escollo. Un escollo emocional. Algo que sin duda, resulta muy limitante y frustrante. Así vivimos en la actualidad. Merced a lo que nos impongan, como lo hacen de buenas maneras, no lo tomamos como imposición, pero lo es. No hacemos lo que queremos, hacemos lo que debemos. En el mejor de los casos, solo lo que podemos para poder sobrellevar las cargas de la vida.
Con todo esto, me refiero exclusivamente a las cuestiones emocionales en las que nos metemos de forma involuntaria pero, paradójicamente, deliberada. Todos sabemos a dónde nos conduce este camino aunque no lo hayamos elegido. Lo mejor de todo, es que a veces, llegamos a creernos que lo escogemos. Pero esto es otro tema. Aquí de lo que queremos hablar es de como liberarnos emocionalmente, lo que antes se llamaba catarsis, para abreviar y se conseguía a través del arte, ahora se hace con terapias como nos explican desde Crece por tú cuenta, donde te ayudan a alinear tu mente y emociones para transformar tu vida.
El poder de la técnica
Hace unos años, se desarrollaron técnicas para propiciar la liberación emocional. Una de las herramientas más conocidas y utilizadas dentro del campo de la psicología es precisamente el tapping, mediante la cual, se obtienen múltiples beneficios: desde alivio emocional hasta reducción del estrés y la ansiedad. Todo ello, con unos pequeños golpes en algunas zonas concretas de nuestro cuerpo.
Puesto que resulta una técnica conocida pero no en profundidad y resulta bastante sorprendente para liberar las emociones, vamos a adentrarnos en su conocimiento. Esta técnica se basa en la idea de que los problemas emocionales contribuyen en los problemas de salud física y viceversa.
Concretamente el tapping, se creó por el Doctor Gary Craig, que hacía referencia a que los ejercicios de este tipo combinan con elementos de reestructuración cognitiva y técnicas de exposición con estimulación de puntos de acupuntura, siendo una técnica eficaz para resolver diversos problemas, sobre todo los que requieren de una liberación emocional. Aunque no seamos conscientes, estos aspectos emocionales pueden estar dificultando la vida.
El poder de esta técnica en particular, reside en su simplicidad: nos aleja de la tendencia a pensar demasiado las cosas y ayuda a experimentar el poder de la energía curativa propia. Razón por la cual, cualquier persona puede lidiar con el estrés o el trauma aplicándola y encontrando el alivio necesario frente a los recuerdos dolorosos.
Son muchos los estudios que demuestran que está técnica puede resultar de gran ayuda para las personas dentro de la misma terapia psicológica, puesto que se trata de unos golpecitos en áreas concretas, de forma sencilla, con los que se han podido tratar casos de ansiedad, depresión y estrés postraumático.
Aplicar el tapping en una terapia psicológica puede ser de gran ayuda, puesto que permite disminuir los síntomas liberando las emociones y dolores, reduciendo la aparición de los ataques de pánico. Esta técnica permite que nos relajemos y tranquilicemos sin necesidad de recurrir a los fármacos, por lo que se recomienda dentro de la terapia.
En el caso particular de la ansiedad, por poner un ejemplo, el tapping de la siguiente manera. Ante la ansiedad, el cuerpo siente que existen dos pensamientos contradictorios: uno que dice “mantente a salvo” y otro que exige una acción inmediata. Cuando ambos sentimientos se descontrolan, se generan diferentes síntomas físicos: corazón acelerado, opresión en el pecho, respiración superficial.
Recurrir al tapping, no supone una cura para la ansiedad, pero si es una técnica que reduce los síntomas citados, lo que permite que en un corto periodo de tiempo se pueda comprobar la mejoría y como tranquiliza su puesta en práctica. Su poder reside en que no se trata de resolver un problema o buscar soluciones. Tan solo se trata de liberar la energía emocional almacenada que afecta a la sensación física. Esto de por sí, implica una distracción sobre los pensamientos negativos que nos llevan a esa ansiedad.
En el caso de querer recurrir a esta técnica de liberación emocional, lo primero que hay que conocer, son los puntos el cuerpo donde dar esos golpecitos: el inicio de la ceja, debajo del ojo, debajo de la nariz, la boca o las axilas, en las clavículas, las muñecas y la coronilla.
Con los puntos localizados y, para practicar, basta con recordar algún momento donde la ansiedad gobernara tú vida, el motivo que la impulsó y los síntomas experimentados. Esto ayudará a conocer la intensidad con la que hay que utilizar el dedo al golpear los puntos correspondientes en ambos lados de la cara. Estos golpecitos se efectúan durante dos minutos o hasta que se reduzca la intensidad de la sensación.
La clave es hacer tapping cada vez que aparezcan los síntomas y no esperar a sentirse mal del todo.
La catarsis como colofón a la liberación emocional
Aunque el tapping puede ser una técnica útil para reducir las malas sensaciones que provocan la ansiedad o el miedo, así como cualquier problema emocional que nos adolezca, no conduce a la catarsis. Puede ayudar en el camino de su consecución, pero no hacerla posible sin más.
Comentábamos al inicio del post que la sociedad en la que vivimos, no es precisamente la más propicia para manifestar la emoción pura, sin filtros. El ritmo frenético tan cotidiano, esas prisas que obligan a ir cronómetro en mano aunque no haya necesidad… no invitan a expresar los sentimientos. De otro lado, la educación y el pudor, hacen que la mayoría de las personas se contengan a la hora de expresar sus emociones más abruptas, como una risa descontrolada, un llanto visceral o una explosión de ira. En el caso de que se produzcan, lo más común, es reprimirlas. Sin embargo, forman parte de nosotros y resulta esencial poder expresarlas para poder desprenderse de ellas y liberar tensiones. Con ello podemos conocernos mejor y, por consiguiente, a los que nos rodean.
Aristóteles fue quien describió el concepto de catarsis. Lo hizo como la purificación emocional, corporal, mental y espiritual que podían experimentar los espectadores de la tragedia, durante la interpretación que llevaban a cabo los actores de las citadas emociones. Pero no fue hasta finales del siglo XIX que Sigmund Freud y Josef Breuer, describieron el método catártico.
Dejando a un lado todas las connotaciones psicológicas en lo que a métodos y terapias catárticas, como punto de partida del psicoanálisis freudiano, nos venimos a la acepción más cotidiana. En un lenguaje más cotidiano, la palabra catarsis, hace referencia al hecho de experimentar un momento de gran intensidad emocional o un cambio positivo en la vida de las personas. Aludimos al termino cuando se habla de no reprimir las emociones más intensas, lo que conlleva un episodio liberador. Cuando una persona siente que va a explotar si no puede expresar sus emociones y las reprime, sucede justo lo contrario a una catarsis. En el caso de sucumbir y soltar todo lo que inhibe, se llega a un punto de liberación tan absoluto que se denomina catarsis.
En las ocasiones en las que se pasa por un evento traumático o de estrés, como puede ser la muerte de un ser querido, un accidente o problemas de salud, la catarsis puede entenderse como el punto al que se llega tras la aceptación de la situación. Se trata, por decirlo de otro modo, de una vía de escape. Un proceso que, en caso de necesidad, resulta de gran utilidad. Aunque existe la posibilidad de no llegar a tal extremo, admitiendo las emociones desde que aparecer, considerándolas como lo que son: parte de un proceso de crecimiento emocional.
La mejor manera de aprovechar el valor de este tipo de emociones negativas, es exteriorizarlas y vivirlas para poder librarse de ellas. No reprimirlas. Dejar que crezcan y se hagan fuertes en nuestro interior es la peor manera de gestionar las emociones, puesto que pueden causar mayor dolor y hacernos pasar por un proceso de estrés que no hará más que reportar presión.
En resumen, expresar las emociones de forma controlada, puede resultar tan liberador como terapéutico. Basta con comprender que no hay que tener miedo a expresar los sentimientos, aunque nos haga parecer vulnerables. En caso de inquietud al hacerlo, basta con recurrir al tapping.