Guía para hacer una ruta en coche por la costa Azul

Hace poco me instalé en Barcelona para trabajar de lo mío, como arquitecto, ya que se trata de unas de las ciudades con más posibilidades en España. Al principio la verdad es que me costó mucho encontrar clientes, principalmente porque no tenía un estudio propio, sino que trabajaba en mi casa. Y así hasta que alguien del gremio me recomendó que cuando tuviese reuniones con potenciales clientes alquilase una oficina de Cacplus, de forma que no tuviese que asumir el gasto continuo de mantener mi vivienda y también un estudio fuera de ella. De esta forma, este año por fin conseguí tener unos beneficios más estables y me pude ir de vacaciones por la costa Azul. Quizás a muchos de vosotros os eche para atrás por los últimos acontecimientos, como el atentado de Niza, pero se trata de una lugar increíble que alguna vez en la vida deberíamos todos visitar.

Para hacer esta ruta, nosotros vamos a partir desde España, aunque está claro que también se puede hacer a la inversa, en función del clima que nos vayamos a encontrar o de lo que más nos apetezca. A mí me parece práctico hacerlo así, ya que si nos queda algún pueblo que nos apetezca ver, a la vuelta podremos hacer una parada rápida y disfrutar de su encanto, un lugar donde dicen que cielo y mar se pierden en el horizonte hasta fusionarse en uno solo y hacer de esta costa una de las partes más turísticas de Francia. Desde Marsella hasta la frontera de Italia, el sureste del país engancha tanto a nacionales como a extranjeros, gracias en parte al cálido clima influido por el viento del norte, el mistral.

Para empezar nuestro recorrido, debemos tomar la A8 para entrar en el país vecino desde la costa Brava catalana y bordear el mar hasta llegar a Saint-Tropez, lugar del que se suele decir que es el único donde no hay invierno. Este pueblo, que hace de transición entre la Provenza y la costa Azul, será nuestra primera parada. Un lugar lleno de lujo donde no faltan los coches de alta gama, los buenos yates y los más finos estilismos para lucir en la zona del puerto. Se trata de un lugar pequeño pero con mucho encanto, y que guarda todavía su fuerte raíz como pueblo pesquero. Aquí hay también que preparar la cartera, ya que todo este lujo tiene un precio, y nada barato por cierto. Entre los lugares que debemos visitar, se encuentran la Place des Lices y el museo impresionista de L’Annonciade. Asimismo, es también una hermosa zona de playa, donde destaca la de Pampelonne, a unos kilómetros del centro, con un montón de locales de moda. Cerca está también Saint-Maxime, un lugar precioso pero donde el crecimiento inmobiliario ha hecho estragos en el paisaje.

Nuestra siguiente parada por la carretera hacia el norte puede ser Cannes, con una gran belleza en sus playas y acantilados, más allá todavía del glamour de ser la ciudad que acoge el famoso festival de cine cada año al que acuden un montón de estrellas. Aquí podemos disfrutar también del lujo y del encanto de su costa de color azul, así como recorrer sus principales bulevares, llenos de tiendas de alto standing.

Desde aquí podemos tomar también un barco que nos acerque a a las islas de Lerins, Santa Margarita y San Honorato. En Lerins se podrá disfrutar de la calma, en Santa Margarita nos encontraremos el histórico Fort Royal, donde estuvo encarcelado el Hombre de la Máscara de Hierro, y en San Honorato veremos un monasterio fortificado de estilo gótico.

Siguiendo con nuestra ruta, nos encontraremos los hermosos pueblos de Vallauris y Antibes, muy importantes en la historia de Picasso, con sus respectivos museos del pintor español.

Niza será la última ciudad que visitemos en Francia dentro de las más destacadas de la costa azul. Como hemos visto últimamente en los informativos, se trata de una ciudad grande y también muy turística. El paseo de los Ingleses, donde acontecieron los trágicos incidentes, es una parada obligada para admirarnos del paisaje del mar y con los edificios históricos al otro lado de la calle. No podemos dejar de ver el Negresco, con su fachada rococó, el Jardín Alberto I, con su fuente de bronce, y el Teatro Moderno al aire libre. También veremos el edificio de la Ópera, el singular Palais Lascaris y el mercado callejero de Cours Saleya, lleno de flores por la tarde. Desde la colina del Mont-Boron, disfrutaremos de la Bahía de los Ángeles.

Por último, podemos llegar hasta tierras del Principado de Mónaco, donde el lujo lo inunda todo y el sol parece no irse nunca. Sus imponentes edificios, como el Casino, nos parecerán llevarnos a las imágenes que cada año vemos en televisión con motivo de los bailes reales y del Gran Premio de Fórmula 1. Si nuestro bolsillo nos lo permite, ir de compras por aquí será todo un espectáculo digno de la protagonista de Pretty Woman.