Me dedico a las obras y reformas y necesitaba jubilar mi vieja citroen C-15. Ya sé que algunos pensaréis como es que seguía utilizando esta reliquia, pero llegué hasta a cambiarle el motor para no separarme de ella. Como coche de día a día tengo un Mercedes W211 que es una delicia en confort y fiabilidad. A la hora de contar con una furgoneta para mi trabajo siempre defendí la simplicidad y como no, que fuera fiable, ir al taller lo mínimo posible, pues eso me supone bastantes contratiempos.
Con la vieja C-15 el mantenimiento era sencillo y en mi taller de toda la vida tardaban poco en ponerla de nuevo bien en sus pocos achaques. Ahora que ya voy teniendo unos años buscaba algo más moderno, pero que siguiera con esa línea de sencillez y de fiabilidad que necesito.
Me fijé en el Dacia Dokker, que por poco dinero te da un coche fiable, pues no deja de ser tecnología Renault más que probada por anteriores vehículos. Me queda 10 años para jubilarme y realmente lo que quiero es pasarlos en un vehículo algo más cómodo y que no pase tantos apuros en las cuestas como mi querida C-15.
A veces en la vida, las casualidades te sorprenden verdaderamente. Resulta que para construir un aparcamiento para un restaurante de carretera en Lugo tuvimos que desplazarnos hasta allí. Como pillaba algo lejos de nuestra Zaragoza natal, nos tocó alquilar en la empresa de un conocido de mi socio una furgoneta.
¿A que no sabéis cual era? Pues la Dokker evidentemente. Total, que teníamos que pasarnos antes por Eiros para recoger bordillos para la separación del parking de la entrada del establecimiento. Allí nos atendieron de lujo e incluso nos ayudaron a montarlo todo en la furgonetilla. Esta empresa es en la que confiamos para todos los temas de hormigón en la zona del noroeste de España.
Cuando pude comprobar la fuerza y solvencia con la que “tiraba” nuestra furgoneta, decidí que el cambio no pasaría de mes. A la vuelta de Lugo, me fui al concesionario Dacia más cercano de casa y adquirí una en color blanco.
Seguro que os preguntáis que fue de la Citroen C15, pues descansando en mi garaje, por suerte vivo en un chalet con un terreno majete y siempre he gustado de guardar todos mis vehículos que he tenido. Dice mi hijo que al paso que voy puedo montar un pequeño museo y es cierto tengo 5 coches, bueno ahora 6.
Amor a los viejos cacharros
Mucha gente lo verá tirar el dinero, pero me gusta de vez en cuando montar en los viejos cacharros que he tenido. Al final terminan siendo de la familia y son parte de la vida de uno. Siempre que puedo invierto algo de dinero en mejorarlos, ya que quiero que todos estén casi de exposición.
La que si me va a costar será la C-15, aunque espero que pueda al final lograrlo, como con mi Renault 4 F6, que ahí está todo un símbolo de mis comienzos laborales y que la tengo tan bonita que hasta un web de vehículos clásicos vino a realizar un reportaje fotográfico.
Me gustaría para dentro de dos años comprarme el último gran coche y he pensado en el nuevo Mercedes W213, que es todo un prodigio de modernidad. Ahora toca que convenza a la señora. No creo que ponga pegas, salvo cuando le diga que también quiero conservar el W211, pero es que para mí es casi obligatorio.
Yo animo a todos los que podáis y tengáis espacio, algo que no siempre ocurre por desgracia, que conservéis vuestros viejos vehículos, yo los veo como a un miembro más de la familia y se me haría cuesta arriba tener que desprenderme de alguno de estos fieles compañeros que durante tantos años me han acompañado en mis quehaceres cotidianos y como no, en mi ocio con amigos y familia.
Esperemos que en el futuro con las medidas anticontaminación no se carguen el coleccionismo de automóviles, ya que es una afición muy bonita y que puede convivir sin ningún problema con el mercantilismo de la sociedad en la que vivimos. Creo que soy un ejemplo de que se pueden conservar los antiguos vehículos ¿no?